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NEBRIJA VALDÉS
Según Valdés, Nebrija no sabía bien el Uso/norma toledano-cortesano.
Lengua de corte (argumento muy
castellano porque era de Andalucía, pobre).
“donde la lengua no está muy pura”.
Según Valdés, Nebrija usaba vocablos arcaicos. No ataca el saber de Nebrija, sino su
metodología, su aproximación de gramático.
Redujo la lengua a arte = normas, reglas. Valdés defiende el uso, gran
descubrimiento. Conoce el arte, la
Así equipara la lengua castellana al latín: gramática, pero no la confunde con la
para aprender el latín, lengua muerta, hay lengua. Para Valdes, la lingua no es solo
que estudiar la gramática; Nebrija sugiere gramatica.
una operación similar para el castellano. Si
fuera así, Torres no podría intervenir en
este diálogo porque no conoce el arte.
Las normas son previas al uso de la lengua. Es el uso lo que determina las normas. Hay
No se puede hablar y escribir sin conocer la que observar y descubrir el uso.
lengua.
Escribe su “Arte de la lengua castellana” El latín puede ser útil para un mejor
para facilitar el conocimiento posterior del aprendizaje del castellano, pero no es exencial.
latín.
Para Nebrija la lengua se aprende La lengua debe estudiarse desde tres
observando y respetando el arte. ángulos: el uso, el arte (gramática) y el
gusto (cuidado de los que hablan y
escriben bien).
Resumiendo:
● Valdés: lengua es comunicación entre iguales, aristocraticamente lejos; se distingue
por el juicio el que selecciona su palabra y su lenguaje; para Valdés, arte y uso
tienen la misma importancia. Valdez no rechaza el arte a favor del uso, sino que
integra los dos conceptos. Se apela a un sistema de valores, el gusto, el decoro, el
cuidado, la claridad, la mesura, que ya podemos considerar plenamente
renacentistas. Como modelo elige la lengua vulgar y sencilla de los refranes, Aunque
en el XV se desarrolla en España el petrarquismo, Valdes no habla de Garcilaso,
sino insiste en la gracia de los villancicos, de las coplas y de los romances
tradicionales ecc; esto es porque elabora un modelo de lengua que funciona solo en
la prosa, no en la poesía, que no le interesa.
● Nebrija: integrar arte y uso, asumió como modelos a los autores de lo XV, cultos y
tradicionales; le gustaba Juan de Mena, que utilizaba muchos latinismos. Estaba
mucho más interesado en el aspecto poético y mètrico de la literatura.
Valdés se caracteriza por la búsqueda de la medietas, de un punto medio entre diferentes
elementos:
● Entre la brevedad castellana y el adorno retórico; la cultura italiana es muy
latinizante y defiende el retórico y lo artificioso; esto es lo que defiende el personaje
de Marcio; mientras que la cultura castellana es más tosca y privilegia a la brevedad.
● Entre naturalidad y llaneza
● Entre arcaísmos y neologismos
● Entre prosa densa y significativa de “cosas” (influencia de Erasmo) y elegancia del
bien decir (Petrarca y Boccaccio)
● Entre ingenio (invención, naturales) y juicio (arte)
● Entre la aceptación de la tradición literaria y una actitud crítica
El principio del decorum es respetado por Valdés, pero el lenguaje tiene que ser natural, no
artificioso; hay que escribir como se habla. Esta lengua natural y llena de refranes es la
misma del Lazarillo, escrito con la lengua natural teorizada por Valdés. Este estilo
equilibrado es plenamente renacentista y será superado por Góngora.
El diálogo es uno de los géneros más importantes del siglo XVI. Tal vez Cervantes no pudo
leer el Diálogo de la lengua de Valdes porque circulaba solo de forma manuscrita y se
imprimió mucho más tarde, pero Cervantes en el Quijote utiliza todo los modelos narrativos
del siglo XVI, incluso el diálogo renacentista. Los personajes pasan mucho tiempo
hablando. El novelista del XX Gonzalo Torrente Bajester dijo que el Quijote no era más que
la historia de dos filósofos que hablan de sus cosas.
Miguel de Cervantes: el Quijote
“Don quijote de la Mancha fue un hombre que eligió a su imaginación sin credo, un hombre
que hizo de la ficción la razón de su vida, un hombre con cuya vida se hurtó la primera
novela moderna y más grandes de todos los tiempos”. Estas palabras son de Haballe
Harce, unos de los mayores críticos cervantinos, escritas en su Suma cervantina que se
publicó en 1973. Este juicio de Haballe Harce refrenda desde espacios, épocas y ámbitos
lingüísticos muy diversos los juicios de varios literatos y novelistas. El Quijote, la obra
maestra de Cervantes, supone la culminación del arte narrativo de los Siglos de oro, de lo
que el mismo Cervantes parece ser consciente al desear en el prólogo, que se publicó en
1605: “que este libro como hijo del entendimiento fue el más hermoso, discreto que pudiera
imaginarse”. Hoy, nadie duda que es así, el Quijote es la novela moderna más significativa
e importante, un auténtico mito para la historia de la novela moderna. La historia es la
historia de Europa, es también un mito para la creación y la formación de una cultura
europea. El propósito de remeter contra los libros de caballerías parecía muy claro en el
texto de Cervantes desde el principio.
Al principio, una intención satírica: Cervantes pretendía mofarse del éxito de los libros de
caballerías, un género viejo que ya había entrado en crisis en los años ‘80 del siglo XVI.
Afirma, el amigo con el cual Cervantes habla en el prólogo (primera parte del 1605): “Esta
vuestra escritura no mira más que a deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y en el
burgo tienen los libros de caballerías”. La idea de un propósito satìrico se repite también en
el último capítulo de la segunda parte, así que demarca todo el texto: “pues no ha sido otro
mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias
de los libros de caballerías”.
Este propósito satírico tiene cierta importancia, constituye el marco de la obra. Podemos
afirmar que este propósito satírico primordial tuvo que empujar la redacción del núcleo más
antiguo de la novela cervantina, correspondiente a los primeros seis capítulos de la primera
parte: entonces quizás el Quijote iba a ser una novela ejemplar.
Luego al escribir la historia de este hidalgo de la mancha al que le vuelven loco,
literalmente, los libros de caballerías, Cervantes fue mucho más allá de la intención inicial.
En la primera parte se describe la primera salida en solitario de Quijote, en la segunda lo
acompañará su fiel escudero Sancho. Los primeros seis capítulos de la primera parte tienen
una extensión que es la de una novela ejemplar; Cervantes publicó en 1613 sus Novelas
Ejemplares.
“Novelas Ejemplares”, doce relatos breves, fueron publicados en el otoño de su vida (1613),
cuando el autor tenía sesenta y seis años. El título remite también a la tradición hispánica
del ejemplo, como manera para decir que uno de los modelos que utiliza Cervantes es la
tradición hispánica del ejemplo que se remonta al “Conde Lucanor”.
A la vez, Cervantes comprende muy bien la novedad de sus textos y reivindica su
autonomía respecto a los modelos italianos; por eso escribe en el prólogo de las “Novelas
Ejemplares”: “yo soy el primero que ha novelado en lengua castellana, que las muchas
novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y estas
son mías propias, no imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró y las parió mi pluma, y
van creciendo en los brazos de la estampa”.
El Quijote nació como novela ejemplar (publicadas en 1613 pero escritas antes), pero en el
caso del Quijote, el autor decidió ir más allá de la estructura de las novelas ejemplares, y
escribió una auténtica novela. Por lo pronto, conviene tener en cuenta, sobre el hecho que
la novela cervantina sobre pasa el propósito satírico gracias a la parodia que urde, que don
Quijote no se mueve por una geografía fabulosa, sino por los campos inmediatos de la
Mancha, una realidad muy concreta. Este espacio real que parodia los espacios fantásticos
de los libros de caballerías se instituye a su vez en un espacio novelesco que se localiza en
un tiempo contemporáneo al del autor, como había ocurrido ya en el Lazarillo.
Entonces, se relata una historia moderna en un espacio real.
El mundo fabuloso de los libros de caballería solo está en la cabeza de Don Quijote/Alonso
Quijano, que tiene en su cabeza el mundo fabuloso de los libros de caballerías y lo vive
como si fuera el mundo real. Así que, cada vez que pretende actuar como si habitara este
mundo fantástico de los libros de caballerías, la realidad se le revela con toda clase de
burlas y de golpes que él justificará como “omisiones de hado y encantadores enemigos”: la
magia.
El efecto de ese choque provoca la risa, lo que tampoco era ajeno de las intenciones
cervantinas: Cervantes pretendía también aliviar el pecho melancólico, el delectare. El libro
sobrepasa el simple objetivo de entretener. El Quijote es un “libro de libros” muy difícil de
definir: imita numerosas fuentes, muchas italianas (Ariosto, Pulci…) y diferentes géneros
literarios narrativos del siglo XVI (libros de caballerías, novela pastoril, novela cortesana,
novela picaresca), que son superados y parodiados.
Las oposiciones cuerdo/loco (Quijote) o sabio/bobo (Sancho Panza) definen a los
protagonistas. Pero estas categorías no se aplican de manera rígida y fija a los personajes,
porque el multiperspectivismo cervantino muestra el carácter relativo de cada
interpretación. El personaje de don Quijote es descrito como cuerdo y loco a la vez: el
narrador, cuando habla de Don Quijote, insiste en el tema de la locura, pero este loco a la
vez se porta como la persona más cuerda que haya en el mundo. Lo mismo le sucede a
Sancho Panza, otra criatura gianica, que tiene dos caras, un bobo sabio, sobre todo en la
segunda parte de la novela (1615), cuando el loco don Quijote actuará de forma cada vez
más cuerda, así como el bobo Sancho Panza se mo