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OCTAVIO: Sí.
RIPIO: Pues, seré majadero, y de solar conocido, si pierdo yo mi
¿no
sentido por quien me quiere y la quiero? Si ella a ti no te quisiera,
fuera bien el porfïalla, regalalla y adoralla, y aguardar que se rindiera;
mas si los dos os queréis con una mesma igualdad,
dime, más dificultad de que luego os desposéis?
¿hay
OCTAVIO: Eso fuera, necio, a ser de lacayo o lavandera la boda.
RIPIO: Pues, quien quiera una lavandriz mujer, lavando y
¿es
fregatrizando,defendiendo y ofendiendo, los paños suyos tendiendo,
regalando y remendando? Dando, dije, porque al dar no hay cosa que
se le iguale, y si no, a Isabela dale, a ver si sabe tomar.
Sale un CRIADO
CRIADO: El embajador de España en este punto se apea en el zaguán,
y desea, con ira y fiereza extraña, hablarte, y si no entendí yo mal,
entiendo es prisión.
OCTAVIO: Pues, qué ocasión? Decid que entre.
¿Prisión? ¿por
Letteratura spagnola – Odicino
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Entra Ottavio e il suo servitore Ripio.
Fuoco: elemento che compare spesso nell’opera. Accostato alla passione e al castigo. Per
tutti i personaggi è della passione, per Juan del castigo perché non è capace di provare
sentimenti,
Ottavio rapporta l’amore a un bambino che non sta mai tranquillo, non vuole stare a letto
ma vuole giocare.
Pensa sempre a Isabella, non riesce a dormire. Il suo onore risiede nella figura di Isabella.
Ottavio perla di Isabella con Ripio. Egli però non capisce la concezione d’amore di Ottavio:
Ottavio è in ansia ma dato che Isabella la ama, Ripio non capisce perché si preoccupa.
Doppio senso giocato su dar e tomar anche le donne di alta estrazione possono essere
messe alla prova.
Entra Don PEDRO Tenorio con guardas
PEDRO: Quien así con tanto descuido duerme, limpia tiene la
conciencia.
OCTAVIO: Cuando viene vuecelencia a honrarme y favorecerme, no
es justo que duerma yo. Velaré toda mi vida.¿a qué y por qué es la
venida?
PEDRO: Porque aquí el rey me envió.
OCTAVIO: Si el rey mi señor se acuerda de mí en aquesta ocasión,
será justicia y razón
que por él la vida pierda. Decidme, señor, qué dicha o qué estrella me
ha guïado, que de mí el rey se ha acordado?
PEDRO: Fue, duque, vuestra desdicha. Embajador del rey soy. De él
os traigo una embajada.
OCTAVIO: Marqués, no me inquieta nada. Decid, que aguardando
estoy.
PEDRO: A prenderos me ha enviado el rey. No os alborotéis.
OCTAVIO: por el rey me prendéis? Pues, qué he sido
¿Vos ¿en
culpado?
Letteratura spagnola – Odicino
32 PEDRO: Mejor lo sabéis que yo, mas, por si acaso me engaño,
escuchad el desengaño, y a lo que el rey me envió.
Cuando los negros gigantes, plegando funestos toldos ya del
crepúsculo huían, unos tropezando en otros, estando yo con su alteza,
tratando ciertos negocios, porque antípodas del sol son siempre los
poderosos, voces de mujer oímos, cuyos ecos medio roncos, por los
artesones sacros nos repitieron "¿Socorro!" A las voces y al
rüidoacudió, duque, el rey propio, halló a Isabela en los brazos de
algún hombre poderoso; mas quien al cielo se atreve sin duda es
gigante o monstruo.
Mandó el rey que los prendiera, quedé con el hombre solo. Llegué y
quise desarmalle, pero pienso que el demonio en él formó forma
humana, pues que, vuelto en humo, y polvo, se arrojó por los
balcones, entre los pies de esos olmos, que coronan del palacio los
chapiteles hermosos.
Hice prender la duquesa, y en la presencia de todos dice que es el
duque Octavio el que con mano de esposo la gozó.
OCTAVIO: dices?
¿Qué
PEDRO: Digo lo que al mundo es ya notorio, y que tan claro se sabe,
que a Isabela, por mil modos, [la tiene presa el rey]. Con vos, señor, o
con otro, esta noche en el palacio, la habemos hallado todos.
OCTAVIO: Dejadme, no me digáis tan gran traición de Isabela, mas...
fue su amor cautela? Proseguid, qué calláis? (Mas, si veneno
¿si ¿por
me dais Aparte a un firme corazón toca, y así a decir me provoca que
imita a la comadreja, que concibe por la oreja, para parir por la boca.
verdad que Isabela, alma, se olvidó de mí para darme muerte?
¿Será
Sí, que el bien suena y el mal vuela. Ya el pecho nada recela, juzgando
si son antojos, que por darme más enojos, al entendimiento entró, y
por la oreja escuchó, lo que acreditan los ojos.
Señor marqués, es posible que Isabela me ha engañado, y que mi amor
ha burlado. Parece cosa imposible. mujer, ley tan terrible de
¿Oh
honor, a quien me provoco a emprender! Mas ya no toco en tu honor
esta cautela. con Isabela hombre en palacio? Estoy loco.
¿Anoche
PEDRO: Como es verdad que en los vientos hay aves, en el mar peces,
que participan a veces de todos cuatro elementos; como en la gloria
hay contentos, lealtad en el buen amigo, traición en el enemigo, en la
noche oscuridad, y en el día claridad, y así es verdad lo que digo.
OCTAVIO: Marqués, yo os quiero creer, ya no hay cosa que me
espante, que la mujer más constante es, en efecto, mujer. No me queda
Letteratura spagnola – Odicino
33 más que ver, pues es patente mi agravio.
PEDRO: Pues que sois prudente y sabio elegid el mejor medio.
OCTAVIO: Ausentarme es mi remedio.
PEDRO: Pues sea presto, duque Octavio.
OCTAVIO: Embarcarme quiero a España, y darle a mis males fin.
PEDRO: Por la puerta del jardín, duque, esta prisión se engaña.
OCTAVIO: Ah veleta, ah débil caña! A más furor me provoco, y
¿
extrañas provincias toco, huyendo de esta cautela. Patria, adiós. ¿Con
Isabela hombre en palacio? Estoy loco.
Vanse todos
Arriva un ambasciatore, che vuole parlare con Ottavio per arrestarlo.
Don Pedro sa dell’innocenza di Ottavio.
Ottavio si dimostra un perfetto cavaliere: se il re mi chiama, a lui devo la vita, quindi è
giusto che mi rimetta alla sua volontà.
Non è una gioia, ma una disgrazia, che ha fatto ricordare al re Ottavio.
Don Pedro dice a Ottavio che sa bene quel è la sua colpa. Se non lo sa, allora deve ascoltare
la rivelazione. Pedro deve dire queste parole: egli non è da solo, deve tenere la parte di
fronte alla guardie del re; deve informare Ottavio perché lui non sa nulla.
Pedro era in conversazione con il re quando ha sentito delle urla. Ottavio si rende conto
che la situazione è grave perché è stato mosso anche il re.
Il re ha trovato Isabella tra le braccia di un uomo forte, un gigante o un mostro. Pedro è
rimasto da solo con quest’uomo: lo crede un demonio. Quando l’ha quasi catturato, lui si è
lanciato giù dal balcone. Pedro ha fatto catturare Isabella, che di fronte a tutti, ha detto che
Ottavio l’aveva disonorata,
Pedro non da la colpa a Ottavio, riferisce solo quello che è successo. Dice a Ottavio che lui
stesso non l’ha riconosciuto.
Tutti sanno che Ottavio si è macchiato di questa colpa.
Ottavio capisce che Isabella l’ha tradita: è stata con un uomo che non era lui e ha
Letteratura spagnola – Odicino
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denunciato lui.
Ottavio si chiede se è vero quello che sta ascoltando e capisce che è vero perché ci sono le
guardie.
L’inganno di Juan ha portato Isabella a ingannare il duca Ottavio.
Ottavio non riconosce l’onore di Isabella.
Il mondo in cui vive ha leggi sovvertite.
Pedro sta usando sapientemente una falsa verità. Lui non sta mentendo mentre dice che
Isabella ha accusato Ottavio. Pedro però non dice la verità.
Ottavio gli vuole chiedere. Ormai ha perso tutto.
Ottavio quasi confessa (pues est patente mi agravio) viene coinvolto anche lui nel
vortice di false apparenze. Ormai Isabella l’ha denunciato e non può fare nulla. Se dice di
non essere stato lui, ormai è stato disonorato dalla sua promessa sposa e da uno
sconosciuto. Alla vergogna del tradimento assoluto, preferisce macchiarsi di una colpa
minore: si denuncia.
Ottavio decide di allontanarsi e recarsi in Spagna, per risolvere la questione: sposarla o
dimenticarla.
Debil cana metafora barocca che indica la donna e l’onore. L’onore è come una canna al
vento perché la donna in cui risiede l’onore è come una canna al vento.
Pedro sta usando una falsa verità. Dice che Isabella ha denunciato Ottavio. Omette, però,
che lui sa la verità. Gioco di specchi, verità difficile da individuare.
Ottavio vuole crederci, tanto ormai ha perso tutto, non c’è più niente che lo preoccupi.
Non deve vedere altro.
[En la playa de Tarragona]
Sale TISBEA, pescadora, con una caña de pescar en la mano
TISBEA: Yo, de cuantas el mar, pies de jazmín y rosas, en sus riberas
besa, con fugitivas olas, sola de amor exenta, como en ventura sola,
tirana me reservo de sus prisiones locas.
Letteratura spagnola – Odicino
35 Aquí donde el sol pisa soñolientas las ondas, alegrando zafiros las que
espantaba sombras, por la menuda arena, unas veces aljófar, y átomos
otras veces del sol, que así le adora, oyendo de las aves las quejas
amorosas, y los combates dulces del agua entre las rocas, ya con la
sutil caña, que el débil peso dobla del tierno pececillo, que el mar
salado azota, o ya con la atarraya, que en sus moradas hondas prende
en cuantos habitan aposentos de conchas, seguramente tengo que en
libertad se goza el alma, que amor áspid no le ofende ponzoña.
En pequeñuelo esquife, ya en compañía de otras, tal vez al mar le
peino la cabeza espumosa. Y cuando más perdidas querellas de amor
forman, como de todos río envidia soy de todas.
Dichosa yo mil veces, Amor, pues me perdonas, si ya por ser humilde
no desprecias mi choza. Obeliscos de pajami edificio coronan, nidos, si
no a cigüeñas, a tortolillas locas.
Mi honor conservo en pajas como fruta sabrosa, vidrio guardado en
ellas para que no se rompa.
De cuantos pescadores con fuego Tarragona de piratas defiende en la
argentada costa, desprecio soy, encanto, a sus suspiros sorda, a sus
ruegos terrible, a sus promesas roca.
Anfriso, a quien el cielo, con mano poderosa, prodigó un cuerpo y
alma dotado en gracias todas, medido en las palab