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LA BUENA LETRA
Ana le cuenta a su hijo la historia de su vida durante y después de la segunda guerra mundial. Se la cuenta porque él y su prima quieren levantar en lugar de su casa un bloque de apartamentos. Pero Ana no quiere dejarla porque esa es toda su vida.
Le cuenta el día en que conoció a la familia de su marido, Tomás. Pronto su futura suegra, María, empezó a llamarla "hija". En aquel día conoció a todos los hermanos de Tomás: Antonio, Gloria y Pepita.
Antonio le gustó pronto, en cambio Gloria estropeó aquel día porque llegó borracha y ofendió a la novia de Antonio. Gloria empezó a beber muy joven y continuó por toda su vida.
Cuando Ana era joven, su marido la dejó porque se pasó tres años en el frente. De repente, una noche él volvió sucio y delgado con su amigo Paco. Comieron y se quedaron en el desván. Después, una semana después, entraron en la ciudad los falangistas, entonces, se entregaron.
El día siguiente...
corrió la voz de que habían fusilado a diez hombres así fueron a ver pero él no estaba entre ellos. El día en que Tomás volvió a casa Antonio fue cogido. Mientras él estaba en la cárcel Tomás trabajaba en la fábrica de zapatos y Ana como modista por los vecinos. La guerra terminó y no tenían bastante comida ni luz ni agua, y iban al cine porque allí se aguantaban el frío. En sus cartas, Antonio, pedía algo que comer, así Ana y Tomás iban a la cárcel todas las semanas y preparaban la comida para él. El abuelo Juan apenas se tenía en pie y decía que era un "peso muerto", entonces ayudaba Ana a coser pero esto le parecía muy humillante. La pobreza empezó a pesar y ella echaba de menos de los años pasados. Tomás trabajaba fijo en el muelle de la estación y Ana tenía más trabajo de costura y así tenían más dinero para comprar varias comidas. Ahora Ana iba a la cárcel sola porque Tomás no podía dejar su puesto de trabajo. Antonio llegó a casa
De improviso y cuando Ana lo vio corrió a llamar a su marido y brindaron. Antonio había aprendido a tallar en la cárcel y así empezó a buscarse algún dinero. La casa se convirtió en un taller en el cual trabajaban él, su amigo José y el abuelo Juan. Algunos meses después, Antonio empezó a cerrarse en su habitación hasta tarde. Un día Ana encontró sobre la mesilla sus dibujos y vio su cara. Antonio fue a Misent y cuando volvió su ropa olía a mujer. La semana siguiente repitió el mismo viaje pero no volvió. Tomás se fue a buscarlo en Cullera y lo encontró borracho, sin dinero en una casa de citas. En aquella época, Antonio bebía, jugaba y no trabajaba más en su taller. En los meses que siguieron se empeñó a trabajar hasta que Tomás le alquiló un almacén. A Bovra llegó Isabel, una chica de Valencia, para conocer a Antonio. Pasaron algunos días juntos y después ella partió, pero se presentó de nuevo la semana siguiente.