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Francisco de Quevedo
Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, Venas, que humor a tanto fuego han dado, Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado; Serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado.
Estamos ante un soneto, composición poética que cuenta con catorce versos de once sílabas: dos cuartetos, o serventesios, y dos tercetos.
En cuanto a las sílabas, cada verso se compone de once sílabas
En cuanto a la rima, estamos ante una rima perfecta con el esquema ABBA ABBA CDC DCD.
Tras la muerte("la postrera sombra que me llevare el blanco día"), el alma se separa del cuerpo y tiene que atravesar la siniestra laguna Estigia, conducida a bordo de la barca de Caronte. La ley impone que al atravesar la laguna el alma tiene que dejar todos sus recuerdos en la ribera de la que se parte, de modo que cuando se llega al destino final, los infiernos, ningún recuerdo le quede a esa alma. La alusión a la "llama" ha de ponerse necesariamente en relación con la conocida metáfora que identifica al amor con un fuego intenso, lo que se simplifica aludiendo únicamente a la llama, en ese conceptualismo propio de Quevedo. El recuerdo de ese amor no puede quedarse en la ribera de la laguna, viendo como se aleja el alma que lo albergó("alma a quien todo un dios prisión ha sido"). Será capaz de "nadar el agua fría" persiguiendo a esa alma atormentada y llegamos a la parte final, la descripción de ese profundo amor, inolvidable incluso después de la muerte. Para entender correctamente el poema hay que desenmarañar el sentido de los últimos seis versos, y colocarlos correctamente, porque el poeta ha jugado con los mismos para realizar el emocionate final. las venas por las que ha corrido el fuego de ese amor serán ceniza como consecuencia de la muerte, pero tendrán sentido... Medulas (medula, no médula porque la expresión "médula" no se empleó hasta el siglo XIX), que han gloriosamente ardido, esto es, un amor que llegaba hasta lo más profundo de los huesos; "polvo serán, mas polvo enamorado", siendo esto lo que da sentido a toda la existencia.