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La ocultación de la mujer se puede encontrar en el lenguaje, exactamente en la
gramática, es decir en la estructura de la lengua, en la forma de organizar frases en
el habla. 20
En primer lugar, la ocultación de la mujer deriva del «empleo sucesivo y reiterado
10
de voces masculinas en sentido genérico»
Para demonstrar este fenómeno el lingüista García Meseguer hace el ejemplo de
las palabras “grumete” y “marinero”, la primera significa, como aparece en el
“muchacho que aprende el oficio de marinero” 11
diccionario RAE y al oír esta
palabra uno se imagina en seguida a un muchacho, el mismo sucede con la
segunda palabra cuya definición es “hombre que sirve en las maniobras de las
embarcaciones” 12 .
Si el significado de la palabra “marinero” fuera sin el masculino “aprender las
de las embarcaciones” según
maniobras el lingüista se presenta un fenómeno
psicolingüístico, es decir nos aparece más claro que esta actividad puede ser
realizada indistintamente por varones y mujeres.
El mismo fenómeno psicolingüístico se produce cuando se presenta la así llamada
situación inversa en la que hay atributos de persona y no se conoce a la persona a
que nos referimos y no se conoce su sexo, la situación contraria es la directa en la
que es conocido el sexo de la persona a la que nos referimos.
Las situaciones inversas son muy frecuentes en el habla cotidiana o por ejemplo
en algunos anuncios de prensa en el que se ofrece un empleo, se pueden encontrar
expresiones como “debe verte un medico; pregunte usted al primer guardia que
encuentre; los científicos de la próxima década”, son estas situaciones que crean
los problemas lingüísticos y su distinción de las directas es importante para que
haya la integración de la mujer a la vida activa de la comunidad.
¿Cómo se pueden resolver en la lengua española las situaciones inversas?
las formas “necesito
Si en un anuncio se necesita una persona que sepa cocinar un
reflejan sexismo en la lengua por eso es útil utilizar una
cocinero/ cocinera”
duplicación o una perífrasis “necesito cocinera o cocinero; necesito una persona
que sepa cocinar”.
El problema se pone también cuando encontramos palabras de género común
como “victima, y llevan antepuesto el artículo que es
pianista, periodista etc.”
10 García Meseguer, Álvaro, ob. cit. pág. 132
11 En la 22° edición del DRAE publicada en 2001 esta definición sigue siendo la misma.
12 En la edición actual del DRAE la nueva definición es: «Persona que presta servicio en una
embarcación». 21
femenino o masculino, para rehuir la situación sexista se puede evitar el uso del
artículo (Se necesita periodista).
Sabemos que el género masculino tiene una doble función la genérica y la
específica por eso aparece muy frecuentemente y como consecuencia «la mente
identifica por rutina, de modo inconsciente, a lo masculino con lo total, al varón
13
con la persona» .
Un ejemplo, citado por el lingüista, que explica claramente esta situación es un
mensaje de la UNICEF en una publicidad «Millones de niños condenados a
muerte», si se piensa a esta afirmación se entiende que la mitad de los niños
habrán de ser niñas, pero si no se piensa, inconscientemente se recibe un mensaje
masculinizado.
Otro ejemplo de sexismo y ambigüedad semántica (se crea cuando una palabra
tiene 2 o más significados y se puede generar confusión entre las personas a las
la palabra “hombre”.
que se refiere la palabra) que se encuentra frecuentemente es
Originariamente esta palabra significaba “persona” hoy se identifica con “varón”
y “mujer” 14 , pues tiene la doble función, la genérica con el sentido de persona
(varones o mujeres) y la especifica con el sólo sentido de varón.
Cuando “hombre” aparece en el discurso con la palabra “mujer” no se crea
ambigüedad semántica, se crea cuando aparece solo como en estos ejemplos:
“cuando el hombre invento la rueda; todos los hombres del mundo; el hombre
político, el hombre social, el hombre económico, los hombres son iguales ante la
rey etc.”.
Para obviar las frecuentes ambigüedades y la ocultación de la mujer el “Manual de
lenguaje administrativo no sexista” propone:
la palabra “hombre” sólo cuando se refiere al sexo masculino, en
Utilizar
este caso se puede sustituir también por “varón” (Los hombres (o
varones) que realizaron el servicio militar entre 1970 y 1980 quedan
exentos).
Cuando una frase se refiere a ambos sexos utilizar palabras genéricas
como “persona, o colectivos “humanidad,
individuo, miembro” gente” (Se
13 García Meseguer, Álvaro, ob. cit. pág. 147.
14 En la edición actual del DRAE hombre es «ser animado racional, varón o mujer» pero también
«varón que ha llegado a la edad adulta» 22
advierte a las personas que deseen licitar que está abierto el plazo de
inscripción).
Sustitución por expresiones “ser (Los
humano, género humano” estudios
sobre el ser humano).
Emplear desdoblamientos “hombres (Los
y mujeres o mujeres y hombres”
hombres y mujeres que opten a la plaza deberán presentar la
documentación en el plazo de 15 días).
2.3 Misoginia y androcentrismo en el léxico
La lengua española, como todas las de países culturalmente patriarcales, es una
lengua androcéntrica, es decir, muestra al varón como el centro de todo el
universo y aísla a la mujer en el olvido y es caracterizada por sexismo lingüístico
15
que degrada a la mujer y puede llegar a tener tonos misóginos.
El análisis del léxico es importante no sólo para entender las relaciones entre
lengua, pensamiento y cultura sino también para reconstruir la imagen de la mujer
a través de las palabras y su significado.
Para hacer este análisis es necesario distinguir el léxico oficial del léxico
marginal, el primero es el aceptado para toda la comunidad, aceptado en los
diccionarios, el segundo es el que se evita porque es considerado un tabú
lingüístico y cultural.
Si se analiza el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) se encuentran
palabras de uso antiguo y moderno que nos dan una visión de la historia de un
pueblo, su evolución del pensamiento y de la cultura. Por ejemplo, en el DRAE
“criar”: «nutrir o alimentar la
(1992) aparece, como tercer sentido de la palabra
madre o la nodriza al niño con el leche de sus pechos, o con biberón».
Esta definición nos hace pensar que un padre no se ocupa de nutrir o criar a su
hijo o su hija porque en la explicación del verbo no aparece la figura del padre
como persona que puede ocuparse de esto, pero sabemos perfectamente que
aunque un padre no puede dar el pecho puede preparar y dar un biberón.
15 Calero Fernández, M. ª Ángeles, ob. cit. pág. 67. 23
Todo esto es el resultado de la influencia de la cultura en nuestras mentes, de la
tradición y de la educación. Los pueblos grecorromano, judeocristiano y árabe,
que han formado también nuestra cultura, eran caracterizados por la misoginia y
con el pasar del tiempo, aunque las cosas hoy son diferentes del pasado, estamos
ligados este tipo de pensamiento misógino.
El sexismo se encuentra muchas veces en el léxico español, por ejemplo el
referido a los atributos físicos y morales de las mujeres, al mundo laboral
femenino, al parentesco y a las relaciones sexuales. que se llaman “duales
Hay palabras y expresiones en la lengua española,
aparentes” que «siendo idénticas de forma, adoptan significados diferentes, según
se empleen en masculino o en femenino, es decir, según se apliquen a varón o a
16
mujer» .
La diferencia de significado puede ser total o parcial, pero esta diferencia va
“hombre
siempre contra de la mujer como sucede en estos duales aparentes:
público” se refiere al que interviene públicamente en los negocios políticos,
“mujer pública” indica una ramera.
En estas expresiones se ve como la mujer es víctima del menosprecio porque no
existe en la lengua española otra expresión para indicar a una persona que
interviene públicamente en política.
Hay palabras femeninas que designan un nivel inferior a las palabras
correspondientes masculinas como sucede con señorito/señorita,
secretario/secretaria, gobernante/gobernanta etc.
En el DRAE la palabra señorito se puede referir al amo con respecto a los criados
o al joven acomodado u ocioso, señorita, en cambio, es un término de cortesía que
se aplica a una mujer soltera o a las mujeres que desempeñan profesiones como
maestras, dependientas, secretarias etc., aquí encontramos otra desigualdad o
asimetría semántica porque nunca se emplea el término señorito para indicar a un
maestro o a un dependiente. Para evitar la asimetría, podemos utilizar
simplemente la palabra señora o profesora, dependienta.
En el caso de secretario/secretaria, el masculino se emplea para indicar un alto
cargo de la Administración, el femenino alude a tareas subalternas pero se suele
16 García Meseguer, Álvaro, ob. cit., pág. 113 24
utilizar el término masculino para indicar también una mujer que desempeña un
puesto importante (la secretario).
El mismo ocurre con las palabras gobernante/gobernanta porque el masculino se
refiere a un hombre que gobierna, el femenino se refiere a «una mujer que en los
grandes hoteles tiene a su cargo el servicio de un piso» o « una mujer encargada
de la administración de una casa o institución» y se utiliza el masculino cuando
nos referimos a una Jefa de Estado (la gobernante).
Si se analiza el léxico referido a los atributos físicos y morales de la mujer, se ve
como la lengua está construyendo un arquetipo físico y moral de la misma.
A trav&eacu